Donde me encuentro (Jhumpa Lahiri)

Donde me encuentro (2019)

Jhumpa Lahiri (1967)

Lumen

ISBN 978-84-264-0693-4

134 páginas

 

Jhumpa Lahiri es una escritora nacida en el Reino Unido de ascendencia bengalí, autora de un puñado de libros hermosísimos, como Tierra desacostumbrada (2008), El intérprete del dolor (1999) o La hondonada (2013), cualquiera de ellos igualmente recomendables y que poseen en común la experiencia de ser un extranjero, un otro ajeno en una tierra de otros. En Donde me encuentro aborda, de una forma distinta, esa misma temática. Esta novela tiene, sin embargo, un punto de partida curioso: la autora la escribió en italiano, idioma que no habla de manera nativa sino que aprendió entiendo que en su adultez, viviendo en Italia. Por ende, ese lugar donde se emplaza el personaje principal no es meramente espacial, sino que también un lenguaje extraño, un idioma otro, impropio y que se aborda con trabajo, al que hay que adaptarse con cierto esfuerzo.

“Ser solitaria se ha convertido en mi oficio. Se trata de una disciplina, procuro perfeccionarla aunque me cause sufrimiento; por más que esté acostumbrada, me desalienta; será la influencia de mi madre. Ella siempre temió la soledad y ahora su vida de vieja la destroza, a tal punto que cuando la llamo y le pregunto cómo está, se limita a contestar: «Más bien sola»” (“En lo más íntimo”, página 30)

Cada capítulo ha sido nombrado como un lugar, ya sea físico o como espacio a habitar: En la acera, Por la calle, En primavera, Al sol, En agosto, En el bar, etc. Cada espacio es, a su vez, una manera de estar en el mundo para la protagonista, que es una mujer de mediana edad que se dedica a la literatura y da clases, vive sola y, aunque posee amistades, se ha apartado de sus lazos filiales más fuertes. Es una mujer que habita, entonces, no solo un lugar, sino que especialmente su propia soledad, de la que entran y salen otros personajes circunstanciales, y que habita asimismo el lenguaje con el que trabaja y relata.

“Cuando se cambia de casa siempre se pierde algo. Cada mudanza te traiciona, te tima. Yo, por ejemplo, sigo buscando algunas de mis cosas, un broche que perteneció a mi madre, nada del otro mundo, pero le tenía cariño, ¿sabes?” (página 119)

En ese habitar la soledad las nimiedades domésticas, los tiempos muertos y las digresiones adquieren peso. Pero estas digresiones no son inmotivadas ni vagan sin ton ni son, sino que están unidas siempre por la voz de la narradora y su paseo por la ciudad, por sus espacios y por sus recuerdos. Por ejemplo, en el breve capítulo “En el nicho”, en el que visita a su padre y sirve para evocarlo:

“Vengo a verte a ti también, papá. Te ofrezco un ramo de flores y te oigo decir: «¿Y para qué sirven?».

Te encuentro en el corazón de la ciudad, rodeado de muertos; almas decoradas, sepultadas en fila como los buzones del correo. Pero tú siempre estuviste en tu refugio. Preferías vivir en un reino propio, apartado” (página 125)

Desde la construcción de la voz apacible y desapegada de la protagonista es que Jhumpa Lahiri levanta y sostiene este relato pequeño, contenido, en el que desarrolla la idea de habitar los espacios, habitar la soledad, y habitar incluso un lenguaje ajeno, lo que en su conjunto constituye una proeza mayor, especialmente porque el artificio resulta de una engañosa sencillez.

G. Soto A.

Cofundador y administrador de Loqueleímos.com. Autor de "Liquidar al adversario" (2019, Libros de Mentira).

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