Hijos únicos (Juan Santander Leal)

Hijos únicos Juan Santander Leal libro poesía

Por: Roberto Parra Ponce

Hijos únicos (2016)

Juan Santander Leal (1984)

Overol Ediciones

ISBN: 99789569667084

65 páginas

Precio referencial $8.000

Hijos únicos, el nuevo título de Juan Santander Leal, se nos presenta como una suerte de continuidad a la poesía abrumadora que se ha estado desarrollando en Chile durante las últimas décadas. Definiendo aquel idioma libre de ornamentos y situándolo en la piedra existencial, lo despliega en forma de interrogatorio hacia la conciencia del hablante. La poesía de Santander nos habla mirando desde cualquier ventana. Fuera de la crisis simbólica y prestando atención a lo inmediato, generando una exquisita lucha contra las fases más antiguas del canon poético. Nos trasladamos entre espacios movedizos y sobre una tela que se repliega en el talón, echando raíces y deformándose en cada espacio que el autor requiera. En ello se basa la empatía que genera Hijos únicos. El alcance de tópicos que caminan sin peligro sobre terrenos conocidos por el lector, como en “Karaoke” y “Rompecabezas”. Así, una de las constantes provocaciones en la escritura de Santander es un cierto dejo de ingenuidad que hace aun más placentera la expresión misma del poema, resucitando un lenguaje colectivo y a la vez muy íntimo, concediéndole un valor agregado al libro: “Hierve el agua para los fideos/ la lata de atún está abierta/ se acaba de escuchar una pelea/ entre la madre y su único hijo”.

Se manifiesta una quietud delirante. Un afán de no dejar dudas en el espacio que se presenta. El poner oído a todos esos detalles tan ignorados por la poesía convencional para hacerlos protagonistas de esta historia. Un relato simultáneo donde cada descripción de un lugar, olor, persona, ruido y tiempo nos parece imprescindible a medida que nos internamos y entendemos la poesía de Santander. Esa crudeza que entorna lo que el ojo mira de frente y tiende a dar el primer paso hacia lo exacto, o lo menos pulcro que se pueda conjurar. En ello se interna la pesquisa que recrea un lazo de empatía con el lector. De una figura que se mueve entre el espejo y la habitación, pareciendo querer descascarar el tiempo, o al menos, detener su trance ineludible: “Todas las tardes de la adolescencia/ se acumulan a lo largo de la calle,/ algún día van a ser pulverizadas /en la mesa del trabajo del tiempo”.

Sin dudas que el trabajo de Juan Santander llama la atención no solo por hablar desde el ego interno, sino por dejar entrever que en las cosas más pequeñas se puede concebir un valor totalmente nuevo, tocando a menudo un tema que a todos nos atañe: el tiempo. Su labor es sentar las bases desde el rincón de las correspondencias para dejar vestigios de un mapa con sus propios lugares comunes: “Hay colmenas donde pagan poco/ en avenidas que eran quebradas./ Hay un hospital sobre el hospital/ donde trabajaba mi mamá”.

Juan Santander nos presenta uno de los grandes libros que circulan actualmente. Escribiendo desde la orilla de los instantes, del cambio intermitente y de fragmentos de rompecabezas que parecen resistirse a desaparecer. Se nos muestran las cosas como son, libres de cualquier influencia que pudiera contradecir lo real, o peor, inaugurar un camino aún desconocido. Leer Hijos únicos es instalarse de lleno en las manifestaciones naturales, dejando a la vista cualquier cicatriz que pudiera servir de entrada hacia la creación de un poema extraordinario. Este es, en definitiva, el caso de este poemario.

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