La agonía del Eros (Byung-Chul Han)

La agonía del Eros Byung-Chul Han

Reseña de:

Mónica Vásquez Vetterlein

 

La agonía del Eros (2014)

Byung-Chul Han

Herder Editorial

ISBN: 9788425432552

41 páginas

 

La agonía del Eros es un ensayo del filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han, quien además de ser un referente actual de la filosofía, ha podido situar sus libros como súper ventas. Esto de por si resulta curioso considerando que se trata de una rama del saber que difícilmente ha ocupado un lugar entre los best seller, cosa que Chul Han logra gracias a su lenguaje claro, directo y accesible. Sus ideas fuerza son capaces de interesar a toda persona que alguna vez se ha detenido a pensar si acaso su vida se ha vuelto un proyecto a largo plazo, en el que día a día se autoexplota y corre desesperadamente en aras del mandato de nuestro tiempo de ser muy productivo, y de ahí todos los coletazos que este vivir como un “superviviente” para utilizar palabras de  Byung-Chul Han, como un no muerto, alguien demasiado muerto para vivir y demasiado vivo para morir genera en los demás ámbitos de la existencia.

En La agonía del Eros se nos plantea la crisis del sentimiento erótico, entendido como una fuerza vital que sitúa al hombre en lo humano. En una sociedad en que el sujeto se ve a sí mismo como un empresario que autogestiona su existencia para hacerla productiva en rendimientos, solo busca en el otro la confirmación de sí mismo. Ello imposibilita la experiencia del otro en su alteridad. Dicho en términos sencillos, el amor solo es amor cuando nos saca de nosotros mismos y nos permite la experiencia, no exenta de riesgo, de reconocer al otro como distinto y no como un subordinado a mi proyecto de vida,  que estará mientras sea funcional en mi empresa, bajo la lógica de una relación de dominación y poder. Chul Han nos dirá: “En la relación de poder y dominación me afirmo y opongo al otro en la medida que lo someto. En cambio, el poder de Eros implica una impotencia en la que yo, en lugar de afirmarme, me pierdo en el otro o para el otro, que me alienta de nuevo”.

Por esto es que Byung-Chul Han plantea ideas que no son pacíficas y que probablemente generen resistencia, pero que abren la puerta a la reflexión y el debate, como por ejemplo que la depresión es una enfermedad narcisista, producida por una relación consigo mismo exagerada y patológicamente recargada.

La idea neoliberal del rendimiento, llevaba a la esencia de lo humano que es el amor, genera individuos condenados a sí mismos, al infierno de lo igual, ese infierno en que la relación con otro es de poder y dominación y ya no un viaje por senderos no transitados que exige perderse en otro. De esa experiencia debe surgir un nuevo aliento y vitalidad, un ser mejor y más pleno a través del amor que saca a una persona de la cárcel del yo y lo interesa en el tú.

En la sociedad del rendimiento, el amor se ha reducido a la sexualidad, nos dice Byung-Chul Han, y el otro ha sido degradado a mero objeto sexual, deja de ser un tú y sin un tú no es posible la distancia originaria que permite mirar a otro ser humano de cara a su alteridad, no es un tú sino un algo que se domestica para ser convertido en una fórmula de consumo. Un mero producto en esta forma descafeinada de relacionarse no hay ya “riesgo ni atrevimiento, ni exceso, ni locura”. “El deseo del otro es suplantado por el confort de lo igual”. No hay fantasía, ni misterio, ni entrega y Byung-Chul Han nos recuerda que Eros es “una relación asimétrica con el otro”.

Muchas son las razones que hacen que degradando al Eros como motor de lo humano, se rebaje la existencia misma a un mero subsistir, en calidad de “no muerto”, que no es en modo alguno vivo.

En este contexto, el filósofo desarrolla lo pornográfico como antípoda del Eros y como una de las facetas de la sociedad de consumo, en que la transparencia se ha tornado obscena. El Eros también se nutre del misterio, del ir descubriendo a otro en su mismisidad. La idea de la sociedad de consumo, como sociedad pornográfica, que todo lo muestra sin reservas, trasciende la idea del amor de pareja, e invade todos los ámbitos sociales, en que hay una hipervisibilidad que no deja lugar al misterio, y en que el otro no existe en cuanto a otro, y es sustituido por un yo enfermo, el propio del sujeto narcisista del rendimiento, volcado todo el tiempo a sí mismo, en que el otro desaparece.

La sociedad de Google, en que todo se reduce a datos, y la inmediatez de la información ha disminuido el ejercicio del pensar en sentido enfático, el elaborar teorías y pensar no se puede reemplazar por el análisis de datos. La sociedad de la trasparencia es también una sociedad de ruido que imposibilita el pensamiento. El pensamiento necesita silencio y distancia. Eros conduce y seduce al pensamiento a través de lo no transitado, de lo otro atópico. La experiencia del otro y no su invisibilidad es lo que hace posible lo humano.

Las ideas de  Byung-Chul Han se nutren de grandes ideas previas, en particular hay importantes guiños a  Martin Heidegger, quien en los Seminarios de Zollikon expone que todo lo importante no es calculable. ¿Se puede calcular el amor, el dolor, o la pena? Y esa idea la recoge Byung-Chul Han cuando nos enfrenta a esta sociedad de datos, tecnología, de pornográfica transparencia, ruido y degradación de lo humano a lo meramente desechable. Es el tiempo de la gente cansada, frustrada y deprimida, que se derrumba sobre sí misma.

Paradójicamente nunca antes tuvimos acceso a tanto confort y supuesta “comunicación” y, sin embargo, el hombre actual pareciera ser tan plano, liso e impoluto como la pantalla de un teléfono touch, sin la dimensión humana que nos da profundidad y felicidad, que es el amor.

“El alma, impulsada por eros, produce cosas bellas y sobre todo acciones bellas, que tienen un valor universal. Esa es la doctrina platónica. En contra de lo que en general se cree, no es enemiga de los sentidos y del placer. Pero si el amor se profana para convertirse en sexualidad, tal como hoy en día sucede, el rasgo universal del Eros se aleja de él”

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