Sobre los huesos de los muertos (Olga Tokarczuk)

Reseña remitida por:

Pablo Cabaña Vargas

 

Sobre los huesos de los muertos

Olga Tokarczuk

Editorial Siruela

ISBN 978-841-66388-02

240 páginas

 

Cuando supe que la polaca Olga Tokarczuk había obtenido el Premio Nobel de Literatura, mi gesto inmediato —y supongo que el de la mayoría de los lectores—, fue googliar su nombre, averiguar quién era y buscar qué libros tenía publicados en español para ponerme al día.

Sin embargo, siempre habrá lectores más visionarios que por alguna recomendación o simple inquietud, conocían o habían leído a esta escritora con aspecto de rockera y activista de alguna causa identitaria de izquierda, lo que me permitió acceder a la novela más pronto de lo esperado.

“Sobre los huesos de los muertos” es una novela policial que, como genuina representante de dicho género, lo utiliza como medio para hablar sobre otros temas, como la soledad, la ecología y la astrología, y darle coherencia y fluidez a la trama y al desenlace de la historia.

La heroína es Janina Duszejko, una mujer enigmática sobre la cual se intuye un pasado tormentoso y atribulado, que luego de dedicarse por años a construir puentes, decide radicarse en una ciudad pequeña, hacer clases a niños y contemplar los bosques y la nieve con total libertad, buscando disfrutar de la magia y misterio que esos elementos evocan, pero que, a su vez, constituyen el ambiente propicio para que el crimen y la corrupción se oculten y queden impunes.

En un primer momento, la protagonista se explica la serie de muertes que enhebran la narración como una venganza de los corzos -mamífero cérvido parecido al alce, según Wikipedia-, a causa de los malos tratos sufridos a manos de los granjeros amparados por la indolencia de la policía, y debido a la intervención de los astros, a quienes Janine les otorga el carácter de oráculo y fuente de conocimiento infalible y universal, utilizando como insumos la fecha de nacimiento de los muertos y el ascendiente que reinaba cuando nacieron.

Esa mirada del mundo y sus designios alejados de la voluntad del hombre, podrían convertir a Janine en un personaje excéntrico y potencialmente desquiciado; sin embargo, gracias al humor que despliega, las acertadas aunque a veces forzadas reflexiones que intercala en medio de la narración y la fluidez narrativa que consigue la autora, nuestra protagonista se convierte en una mujer encantadora, grácil y cercana.

Es entonces a partir de esas muertes que la vida plácida que lleva Janine —sólo amenazada por algunas dolencias físicas y condimentada por la lectura y traducción del poeta inglés William Blake—, se ve alterada hasta el punto de activar su conciencia y su personalidad sensible frente a los abusos del poder hacia los más débiles -en este caso los animales—, empujando a nuestra heroína por la pendiente de un desenlace a primera vista sorpresivo, pero que, prontamente, se acepta con naturalidad gracias a la capacidad de la autora para cautivar con una prosa que no da respiro al lector y que, pese a su vértigo, mantiene bajo control la historia recordándonos el carácter policial de la misma.

Mientras avanza la novela y conocemos el carácter de nuestra heroína, resulta imposible no pensar en la policía que encarna Frances Mc Dormand en la película “Fargo”, aun cuando Janine posea una vida interior más compleja y profunda, actúa con el mismo descaro y atrevimiento frente a las dificultades que plantea un entorno adverso y la inacción de una comunidad que la percibe como una chiflada advenediza, no obstante vislumbrarse detrás de esa fortaleza un dolor y una soledad no tan asumida y pacífica como se piensa en un primer momento, y que es uno de los grandes aciertos de la narración: la existencia de ese “dato escondido” del que hablaba Vargas Llosa y que funciona como trama paralela a la historia efectivamente contada.

No es casual que del país del cual surgieron voces tan notables y particulares como Witold Gombrowicz, Bruno Schulz, Czeslaw Milosz o Stanislaw Lem, aparezca una escritora cuya trayectoria se remonta a 1989 y que obtuvo hace un año el Premio Man Booker International, y a la que, a partir de esta novela, no debemos perderle el rastro e ir en búsqueda de “El alma perdida” y “Los Errantes”, con la fundada expectativa que ellas mantengan o superen el nivel de esta amena y original historia.

Pablo Cabaña Vargas

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