Razones para desconfiar de sus vecinos (Luis Noriega)

Por: Pedro Prolactí

Razones para desconfiar de sus vecinos (2015)

Luis Noriega (Cali, 1972)

Literatura Random House

ISBN 9789588894485

Razones para desconfiar de sus vecinos, el último libro del escritor colombiano Luis Noriega es una cosa desconcertante. Con este conjunto de relatos, publicados a lo largo de los últimos 20 años, el autor ganó el Premio de Cuento Gabriel Garcia Márquez, galardón que podría quedarle grande.

En sus doce relatos el autor hace de la sospecha una constante: personajes que crean retorcidas teorías sobre sus vecinos, aspirantes a escritores seducidos por la profesión de sicario, profesores que ganan el premio literario que tanto se merecían, profesores asesinos o desempleados españoles que terminan siendo parte de una farsa literaria en un país de Sudamérica.

En todos estos relatos pasa algo curioso: el autor hace gala de una serie de herramientas literarias que podrían deslumbrar a más de algún incauto. Ese constante juego de exhibición deja de lado las historias y se convierte más en una especie de recordatorio intelectual que tarda poco en caer mal por su inutilidad.

Así, las razones para desconfiar de los vecinos terminan por convertirse en una buena razón para desconfiar de Noriega y sus recurrentes intentos de sacar a pasear su inteligencia en minifalda. Su trabajo, correcto hasta el abismo, no logra sorprender más allá del reconocimiento de un autor astuto que cohabita con un escritor del cliché.

Plantearlo desde la negatividad tiene una carga pedante que dista de lo que se pretende en este comentario. Sobre todo porque este conjunto de cuentos está lejos de ser malo. Está lleno de cosas buenas que, pese a esta condición, no lograron hacer de su lectura un proceso estable.

Precisamente esto es lo que resulta desconcertante: ¿por qué un libro bien escrito y con reflexiones inteligentes, factores que podrían bastar para endulzar oídos, resulta ser una carga antes que un placer?

Una posibilidad se enmarca en el hecho de que el misterio de sus extensos relatos es demasiado breve y, en casi todos los cuentos del volumen, sucede aquello que uno podría esperar que suceda después de un falso clímax. En varios de sus cuentos da la sensación de que lo que debiera ser el final queda atrás y el relato se prolonga en una serie de acciones previsibles en las que se diluye un impacto que podría ser memorable.

Parte de esto puede ser consecuencia de los temas del volumen, donde la literatura como objeto de literatura repite clichés de escritores que ocupan la parte baja de la pirámide social —sí, cómo no, perdedores que pretenden su “merecida” redención con la escritura—.

Sus doce cuentos siguen la línea humorística que el autor ensayó con muy buena crítica en su novela Donde mueren los payasos. Sin embargo, el humor que no siempre resulta (porque no todo el mundo tiene que saber quiénes son los hermanos Nule o conocer la tradición humorísitica de los bogotanos sobre sus calles) es pesado de digerir: se vuelve jarto.

Noriega conoce las herramientas, eso está claro. No faltan los Capitanes Derrota ni la golosina de la realidad en código cinematográfico en una prosa que parece hacer gala del tópico sobre las piruetas literarias del que hablaba Foster Wallace como un aquí-estoy-y-aquí-me-quedo. Eso, para decirlo en un lenguaje que el colombiano bien maneja: la cita pop de un país que, para mala suerte, no es común más allá de Cúcuta, en la frontera con Venezuela. Eso no lo hace malo per se, claro. Sin embargo, el autor basa buena parte de su intensión literaria en localismos que corren el riesgo de quedarse cojos si no se comparte el código.

Pese a todo esto, el libro tiene pasajes bien logrados y uno de los elementos a destacar de este trabajo es la estructura de cuentos como el que da nombre al volumen, donde un periodista entrevista a los vecinos de un edificio y estos distintos registros crean un buen relato coral.

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Publicado por el equipo de Loqueleímos.com

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