Sudor (Alberto Fuguet)

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Alberto Fuguet (1964)

Literatura Random House

ISBN: 9788439731771

606 páginas

 

La anécdota es sencilla: un editor de no ficción rondando los cuarenta tiene que hacerse cargo accidentalmente por tres días de Rafa, el hijo del famoso escritor Restrepo Carvajal (trasunto de Carlos Fuentes) que viene a presentar un libro de fotografías del hijo con textos propios. Una edición lujosa en la que su editorial ha puesto mucho empeño y dinero en la difusión. Este encuentro los lleva a vivir sucesos que según Alf, el editor, cambiaron para siempre su vida, una que se mueve entre su trabajo editorial, los encuentros casuales propiciados por Grindr y la insistencia del recuerdo de una antigua relación sufrida y convulsionada con lo que él llama “El Factor Julián”.

Sudor es un mamotreto agotador, que cumple —provisoriamente— con el dictamen de Tolstói que afirma que toda gran obra comienza con la partida o la llegada de alguien al pueblo, pero cuya estructura hace agua cuando hay que insistir en la lectura por casi cuatrocientas páginas para que este personaje ingrese a la novela. Las centenas de páginas previas se arman sobre un bombardeo de nombres de restaurantes, bares, discoteques, marcas, aplicaciones para encamarse y un nutrido desfile de personajes ligados a la industria literaria apenas sí enmascarados en seudónimos. Esto es mínimo, pero ¿qué valor literario hay en insistir (primero como humor, ya a la tercera ocasión como burla) en la anécdota de un video pornográfico colgado en la red protagonizado por un joven escritor, cuando luego el autor se fotografía con el mismo joven escritor en el lanzamiento de su libro? ¿Qué valorable hay en estas copuchas —cambio de nombre mediante—, en este traslape entre la novela y las redes sociales? ¿Qué esconde Sudor que necesita tal despliegue de papel, que afirma de antemano no ser un roman à clef pero hace partícipe a autores y editores de fama? Indicó un iluminado lector que más allá de andar buscándose en las páginas de la novela, esta suponía un gran acontecimiento literario en Chile. Intuyo que el gran suceso es que este no existe, que nada se esconde, que no hay nada detrás del tenue telón del homosexual presentado como un maniquí al que lo único que le importa es mostrarse y ser ondero, desear y ser deseado en cada momento y en cada lugar.

En perspectiva, resulta al menos curioso que la novela previa de Fuguet (No ficción) haya recibido tanta atención y propiciado una nueva crisis respecto a la crítica literaria chilena (columnas, indirectas en redes sociales, respuestas a las anteriores columnas, análisis más o menos importantes), siendo esta una novela acotada en sus alcances y mínima en el desenfreno de sus acciones, casi como el lado B de Sudor, como Fuguet afirmó.

El conflicto de la novela acaba del mismo modo que se inició: accidentalmente, de manera violenta y sin apenas recuento de daños más que los anticipados una y otra vez por el protagonista. Fuguet, con el enorme oficio narrativo que carga, consigue al menos posicionar a la noche santiaguina como un panorama de nunca acabar, una ciudad rápida y desenfrenada, o al menos la ciudad que conoce que no pasa de Providencia, Lastarria y Ñuñoa.

Fuguet no quiere (y nunca quiso) escribir la gran novela chilena, a lo más pretende aquí ilustrar el escenario hiperconectado de la juventud, ser “un colosal relato, vertiginoso y salvaje” como ha sido publicitado hasta el hartazgo, y en eso quizás resida su fuerza y verosimilitud. Al menos en esto Sudor es sincera, y justo ahí cuando por fin aparece el extranjero que llega al pueblo a desmoronarlo todo, se encarga de mirarse al espejo: «¿En serio no hay más? ¿Todo acaso es moda, minos, baile, trago, ropa, poca ropa? ¿Dónde están los pintores, los poetas, el arte, los libros, las ideas? ¿En qué momento ganó absolutamente la partida lo frívolo y la lujuria?» (pág. 388).

Rodrigo Salgado Boza

Que lean los que quieran. Que escriban los que puedan.

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