Cuadro de Tiza: “Todas nuestras plaquettes quieren difundir un tipo de literatura que no obedece a patrones de mercado”

Cuadro de tizaA principios de esta década se funda Cuadro de Tiza, esa editorial que se ha hecho conocida y llama la atención por sus publicaciones en cada feria del libro que existe, sus plaquettes que nutren un catálogo delicado y bien curado pagando apenas $1000. Acá Julieta Marchant, Víctor Ibarra, Luis Felipe Alarcón y Nicolás Labarca nos cuentan sobre sus criterios editoriales, cómo ven el mercado independiente y algo adelantan de sus planes de publicación.

En 2015 se han destacado, por ejemplo, por la traducción de Diarios de exilio de Yannis Ritsos o El ensayo de cristal de Anne Carson. ¿Cuál es la intención de traer obras como estas al alcance popular?

El interés por publicar traducciones surge, en parte, como una necesidad de salirse de lo propio y componer un catálogo no desde una noción territorial, sino a partir de una cierta mirada sobre el mundo y la escritura. Además, parece haber un creciente número de escritores nacionales dedicados tanto a traducir como a reflexionar en torno al problema de la traducción. Varias de las traducciones que hemos publicado son de escritores chilenos y nos parece necesario generar un espacio para que ese trabajo circule, pues este panorama es más o menos reciente en Chile. Estas traducciones de poesía no pretenden algo distinto respecto de nuestras otras publicaciones. Todas nuestras plaquettes quieren difundir un tipo de literatura que, en principio, no obedece a patrones de mercado, pero que ha restringido históricamente sus lectores —y queremos decir con esto que ha dejado afuera lectores, en un gesto quizás inevitable—. Queremos que ahora ese público ignore la restricción y, al menos, poner ahí los libros para que pueda tomarlos. Es relativamente obvio que un lector común debe esforzarse para adquirir un libro de Carson o de Ritsos, ya sea por el escaso acceso o por el costo que implica.

 

CDT¿Cómo conjugan sus actividades profesionales personales con el trabajo en Cuadro de Tiza?

L Felipe: Mi trabajo académico está más o menos en la frontera entre filosofía y literatura, así que coincide perfectamente con CDT (Cuadro de Tiza), en particular con la colección de ensayo. Mi otro trabajo personal está ligado a la traducción y en eso también hay más coincidencia que conjugación. Respecto de los tiempos, son Víctor, Julieta y Nicolás quienes se llevan el peso, porque yo no vivo en Chile.

Nicolás: Tenemos trabajos que, de una u otra forma, son afines con CDT. Cada uno aporta según sus posibilidades y el tiempo que dispone en ese momento. Todos hacemos de todo en la editorial y solemos aperrar bastante, creo.

Víctor: El tiempo de CDT es un tiempo robado al ocio. Desarrollamos nuestras actividades profesionales, que están siempre más o menos en sintonía con el trabajo de la editorial, pero sobre esa actividad remunerada —de la que particularmente vivimos, de la que no podemos prescindir, la que también queremos y cuidamos—, está CDT después de las seis de la tarde y sobre todo los fines de semana. Aunque a veces también en la semana cuando hay ferias, y ahí el peso recae en Nico, y otras veces también en la semana, y por las noches, cuando de cuestiones legales se trata, y entonces el peso recae en Julieta. Aquí hay que ser justos y decir que sí, recaemos en Julieta. Lo que hacemos es inventarnos un tiempo excesivo que no existe y que se resta de nuestro sueño. Porque en ese punto coincidimos los cuatro: en el insomnio o la sobrevigilia.

Julieta: Me dedico por completo a la edición. Soy socia y coordinadora editorial en Alquimia Ediciones, tengo una pequeña empresa (J&P Editoras) de servicios editoriales y trabajo en la Fundación Plagio como editora freelance. Leo algo, me gusta y pienso dónde, cómo y cuándo publicarlo. Qué le quitaría, qué le potenciaría. Todo lo pienso en formato libro. Edito al margen los libros que leo, no puedo evitarlo. Y CDT, para mí, es un respiradero, un corazón. No podría pensar el cotidiano y todas sus labores sin CDT.

Sus publicaciones se distinguen claramente, en el último tiempo, por el trabajo gráfico de Nicolás Sagredo. ¿Cómo conciben el apartado estético de su trabajo?

La relación con Nicolás Sagredo surgió a partir de un interés mutuo y desde ciertas complicidades. Los cuatro tomamos un taller de diseño con él orientado específicamente a reformular los materiales y el diseño, y fue entonces cuando nos propuso que nosotros siguiéramos haciendo los interiores y que él podía encargarse de las tapas, trabajándolas desde ese cruce tan particular que tiene entre diseño y artes visuales. También surgió de una necesidad: ya no podíamos hacer todo a mano y el diseño antiguo salía muy caro en imprenta, lo que complicaba seguir manteniendo el precio por plaquette ($1.000). Junto con él ideamos el nuevo diseño, velando por no perder ni la propuesta visual ni el costo.

Por otra parte, probablemente lo “estético” no es un apartado, una especie de valor agregado al texto. Lo que nos interesa es que las dos cosas se piensen juntas. No hay una portada genérica o que se elija solo porque se ve bien, tiene que tener relación con el texto. Y el texto, a su vez, de alguna manera exige una portada.

Relacionado con lo anterior, ¿por qué plaquettes y no derechamente libros? Por ahí dijeron que era una «resistencia al libro como objeto de consumo».

Cuadro de Tiza no tiene fines de lucro. Ninguno de nosotros gana dinero con esto, ni siquiera Nicolás Sagredo. El proyecto siempre tuvo este espíritu de accesibilidad y difusión y, aunque gastada la palabra, de democratización. El libro, con todo su peso y en todos los sentidos que adquiere aquí la palabra “peso”, jamás nos hubiera permitido llevar a cabo la publicación de tantos autores. Jamás hubiéramos podido vender cada ejemplar a $1000. Jamás habríamos conseguido derechos liberados de los autores que componen el catálogo. Nunca habríamos podido imprimir en negro con la impunidad que lo hicimos —ya no lo hacemos, nunca lo hicimos, no dijimos esto—… Nunca habríamos podido hacerlo sin plata, sin incurrir en el mercado. Este formato, además, nos permite publicar adelantos, pequeños tesoros o textos que tienen poca extensión y que pocos publicarían porque no alcanza para ponerle el lomo —y, de hacerlo, lo rellenarían con prólogos, trabajos críticos y cuanta cosa encuentren para darle el peso de “un libro”—.

Otra cuestión práctica se vincula al tiempo que podemos invertir diagramando, corrigiendo, editando y reformulando traducciones. El formato plaquette permite un trabajo mucho más fino y dedicado. Respecto de las cuestiones políticas, las plaquettes tienen una historia no solo del lado del fanzine, sino también del lado del folleto, con la que nos sentimos afines y que nos parece necesario revivir y ennoblecer: la idea de que un fanzine o una plaquette es un objeto menor nos parece bastante errada.

Su catálogo tiene a variadas escritoras chilenas, como Elvira Hernández, Nadia Prado, Eugenia Brito o Elizabeth Collingwood-Selby. ¿Hay una intención editorial en esto?

Sí, hay una intención y una atención. Si bien en literatura las mujeres tienen más presencia que en otros campos, hay una invisibilización directa o indirecta, que no tiene que ver solo con no publicarlas, sino con vincularlas de inmediato a un hombre o a hacer de la “poesía femenina” un género aparte. En la colección de ensayo, que es más nueva, hay también una atención o una vigilancia al respecto, que no pasa necesariamente (aunque sí en gran parte) por publicar a mujeres, sino también por cuestiones de posicionamiento respecto del género, por decirlo de manera amplia. De todas formas, somos una editorial que habla en femenino (literalmente, digamos).

Se trata además de un posicionamiento que está desde el comienzo de la editorial. En parte, su fundación se debe a eso —CDT fue fundada por tres poetas el 2010, más o menos impresionadas y decepcionadas al ver la escuálida capacidad de lectura del público general hacia la escritura pensada y hecha desde las mujeres—. Respecto del catálogo no podemos dejar de mencionar a Soledad Fariña y también a autoras más jóvenes como Luz M. Astudillo, Natalia Rojas, Valentina Osses o Marcela Parra. No solo nos interesa dar cabida a voces consagradas.

¿Cómo notan el panorama de sus pares en Chile, de editoriales independientes, fanzines, plaquettes y similares?

Fuera de la situación objetiva, es decir, de cuántas hay y cuánta cuota de mercado tienen, la sensación general es que las mejores cosas las hacen editoriales independientes. Es hasta un cliché decirlo, pero para que algo sea cliché tiene que ganarse ese puesto, y las editoriales independientes lo han hecho. Sin embargo, al interior del circuito eso es también cuestionable. No todo lo que se publica es bueno. Hay de hecho publicaciones malas, editoriales malas, colecciones malas, así como las hay muy buenas. Pero lo que hay sobre todo es una búsqueda que no se permite en casas editoriales, y sí, empero, en nuestras chozas. Y eso es lo que resulta infinitamente rescatable. Porque no somos mucho más que chozas editoriales, salvo contados casos.

No obstante, el punto más crítico se impone desde otra orilla. Desde la precariedad de nuestros colegas que sí quieren vivir, en el sentido de arriba (i.e. llegar a fin de mes), de la edición independiente. Son muy pocos los casos que logran montar una maquinaria tal que les permita autosustentar la editorial y a sí mismos. Y parece ser que, cuando se alcanza tal punto de sustentabilidad, la calidad debe ser puesta en cuestión. No lo decimos en términos imperativos, pensamos más bien que esa sustentabilidad ha seguido un modelo de éxito que no puede sino emular el de las casas editoriales. Y entonces, a medio camino entre la choza y la casa, a veces el efectismo (la venta, el proto best seller) derrota la búsqueda, y nos pisamos la cola.

La distribución de los libros ha cambiado: aumentó el influjo de las editoriales llamadas independientes. ¿Qué ves de bueno y malo en este escenario?

Más que el número, lo positivo es la manera en que las editoriales se están relacionando y organizando. Es un gran avance que haya ferias y distribuidoras autogestionadas por editoriales independientes. Es importante el número de editoriales, que efectivamente aumentó, pero es más importante la organización. No se nos ocurre qué puede haber de específicamente malo en ello, pues conlleva una pluralidad que ha explotado en los últimos años y que pone a disposición de los lectores el ritmo con el cual la literatura se mueve y prolifera.

Su catálogo existe en la tensión entre filosofía y poesía. ¿Qué criterios tienen para publicar aparte de textos no editados antes?

Si tensión quiere decir que poesía y filosofía son cosas opuestas, entonces no estamos de acuerdo. Distintas sí, pero no opuestas. La colección de ensayo, de hecho, está concebida como un espacio para el pensamiento de la literatura: la literatura no como objeto de la filosofía, sino la literatura como pensamiento. En ese sentido, no hay ni tensión ni complementariedad, sino otra cosa para la que todavía no tenemos una palabra.

El criterio está siempre en la conmoción. Conmoción que para nosotros supone el pensamiento de la poesía o la poesía del pensamiento, como se quiera. Digamos que aquello que llamas tensión es para nosotros una indefinición de las fronteras. Nos interesa sobre todo que los textos busquen, que su resolución no nos aburra. Y nos importa mucho el trabajo con el lenguaje, la conciencia de los materiales y entonces de la palabra, porque no hay para nosotros ningún fondo que justifique la desprolijidad de la superficie.

Ganaron un fondo del libro recientemente, ¿nos podrían adelantar como primicia algunos de sus planes editoriales para el 2016?

Ganamos un fondo para comenzar una tercera colección (ensayo de escritores), que de alguna forma aúna las otras dos colecciones. Nos parece importante generar un espacio para publicar textos de escritores que piensan la literatura y la escritura, lo cual, en el caso de los escritores chilenos, actualmente parece estar relegado a un lugar académico o academicista. Con este fondo en particular, publicaremos ensayos de Nadia Prado, Javier Bello y Guadalupe Santa Cruz. Y, a la vez, potenciaremos esta colección con ensayos traducidos por chilenos de Gertrude Stein y Anne Carson, que también están agendados para este año.

En ensayo, por otra parte, estamos preparando plaquettes de Michel Deguy, Alexander García-Duttmann y Jean-Christophe Bailly. Y, en poesía, estamos finalizando los trámites para publicar una plaquette de Alejandra Pizarnik y de un par de poetas chilenas de los noventa, que es una deuda muy grande que tenemos y que no especificaremos aún, pues no están del todo confirmadas.

Mencionen algunas editoriales cuyos catálogos les llamen la atención.

L Felipe: Los muy bien nutridos catálogos de Alquimia, Chancacazo y Palinodia. Y de las nuevas, celebro la existencia de Doble Ciencia y de Proyección.

Nicolás: Montacerdos, Garceta, Pez Espiral, que hace un trabajo muy interesante a nivel gráfico con sus libros. Está Gran Negro Ediciones, que tiene Nicolás Sagredo con otros amigos.

Víctor: Pez Espiral, Gran Negro Ediciones, La Cebra, Palinodia, Alquimia.

Julieta: Pez Espiral, Palinodia, Hueders, Catálogo Libros, Sangría. No voy a decir Alquimia porque es demasiado patuo.

Compartan con nosotros algún video que les haya gustado en el último tiempo.

L Felipe: Ólafur Arnalds tocando en Reikiavik. No hay para qué ver el video, uno lo puede dejar sonando y todo va a estar bien: https://www.youtube.com/watch?v=XnxSLwLFfNY

Nicolás: Estoy pegado viendo videos de Suárez, una banda argentina que acaba de tocar en Chile. Soy fan hace mucho y nunca pensé que podría verlos porque se separaron el 2001. Ahora volvieron a tocar en algunos lados gracias a un documental que hicieron sobre ellos. Pongo este porque es de una canción que «tiene video clip» y es de “Horrible”, mi favorito de ellos: https://www.youtube.com/watch?v=X4TOWbrKVAw

Víctor: Acá va el video de una canción de Bohren & der Club of Gore, “Nightwolf”. Me la recomendó un amigo hace tiempo. No sé si es o no el video original, pero no dejo de recurrirlo: https://www.youtube.com/watch?v=vJwWDO3IrMI

Julieta: La muerte de Hurrem en El sultán, qué más podría poner (aunque apoyo totalmente la belleza de Ólafur, a quien escucho a diario, pero no quiero repetir): https://www.youtube.com/watch?v=M9Gt_Y54Zpw

Rodrigo Salgado Boza

Que lean los que quieran. Que escriban los que puedan.

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