La bestia humana (Émile Zola)

La bestia humana (1890)
Émile Zola (1849-1902)
191 páginas
Editorial Sopena (1938)
Sin inscripción

 

La bestia humana es una novela durísima, escandalosa si se quiere en cuanto a sus descripciones, a veces incluso morbosa. Alguien, a quien he comentado cierta escena y su descripción me dijo “entonces es como el gore”, y sí, a veces lo es, especialmente si pensamos que se trata de una novela publicada en Francia en el año 1890. Vamos, por un momento, al argumento.
Séverina y Roubaud son un matrimonio convencional. Él la ama a ella; ella, en cambio, se casó con él por motivos diversos, siendo bastante menor. Roubaud, empleado de la empresa de ferrocarriles, se entera por su propia mujer que esta ha tenido amoríos desde muy joven con quien fuera su protector, un hombre mayor de nombre Grandmorín, quien la apadrinó desde que quedó huérfana. Roubad es atacado por los celos ante esta revelación y por ello planea y ejecuta, junto con Séverina, el asesinato de Grandmorín.  Jaime (o Jacques, dependiendo de la traducción), empleado y conductor de ferrocarriles, desde la campiña ve pasar fugaz la escena del asesinato, sin conseguir, en un primer momento, identificar a quienes están involucrados. Por otro lado, este mismo Jaime, es un hombre psicológicamente atormentado. Él desea matar, por algún impulso que ni él mismo logra explicarse, y al ver que en torno suyo todos parecieran acometer tal acto sin mayores consecuencias, resulta aún más compelido a ese deseo. La historia se va hilvanando así, entre el amorío de Jaime y Séverina, el de Flora (otra muchacha empleada de la empresa de ferrocarriles en diferentes funciones) y el mismo Jaime, y cómo cada personaje va revelando su bestialidad humana, acometiendo aquel acto, cada uno su propio asesinato deseado, por distintos motivos que pretenden justificar los hechos.
El autor, como siempre, se detiene especialmente en los detalles más chocantes, como complaciéndose en la descripción gráfica de aquellas circunstancias que, por más realistas que puedan resultar conforme a los hechos, buscan claramente producir un rechazo en el lector, como por ejemplo cuando va describiendo los daños y muertes producidas en el choque y descarrilamiento de un tren:
Después hallaron otro cuadro desgarrador: dentro de uno de los compartimientos de primera clase volcados, acababan de descubrir a una joven pareja, unos recién casados, sin duda, lanzados uno contra otro, con tan mala fortuna que la mujer aplastaba bajo ella al hombre, sin que pudiera hacer movimiento alguno para beneficiarle. El asfixiado perecía en los estertores, mientras que ella, con la cabeza libre, suplicaba enloquecida que se apresurase, espantada, con el corazón destrozado, sintiendo que ella misma le mataba y cuando al fin se liberó, al uno y al otro,  fue ella la que súbitamente expiró, con un costado destrozado por uno de los topes. Y el hombre, vuelto en sí, clamaba de dolor, arrodillado cerca de ella, cuyos ojos habían quedado llenos de lágrimas.

Émile Zola busca estos argumentos tormentosos; es como si sólo ahí se encontrarse a gusto. También pareciera buscar estas escenas que provocan al lector. Es el padre del naturalismo (ya lo hemos dicho en alguna otra reseña), aquel movimiento artístico y principalmente literario que pretendía dar cuenta con un realismo fotográfico todos los aspectos de la vida, buscaba una objetividad en la descripción, es por eso que, para el caso de este descarrilamiento, primero describe el destrozo de la máquina y luego, como si una y otra cosa fueran lo mismo, va detallando sin hacer ningún juicio al respecto, el destrozo de los cuerpos humanos, como si el objeto y las personas, para estos efectos, fueran equivalentes. Este movimiento, y este autor en especial, tuvo gran influencia en su época, y también en Latinoamerica, y es en buena parte responsable del movimiento de corte realista que se vivió acá en Chile (Augusto D’halmar, Manuel Rojas, y otros tantos se sabe que fueron lectores y seguidores de sus obras, recibiendo su directa influencia).
 Los dos hombres, caídos juntos, atraídos bajo las ruedas por la reacción de la velocidad, fueron cortados en pedazos, en su abrazo, en aquel abrazo espantoso, ellos que habían durante tan largo tiempo vivido como hermanos. Se los encontró sin cabeza, sin pies, dos troncos ensangrentados, que se estrechaban aún como para ahogarse.
 Esta novela forma parte de la serie de veinte novelas titulada “Les Rougon-Macquart”, en un intento del autor por diseccionar, a partir de la historia de una familia y sus sucesivas generaciones, no solo la familia misma y sus componentes íntimos, sino que al mismo tiempo la vida completa que la rodea, todo aquello que llamamos normalmente contexto pero que tan bien sirve, muchas veces, para explicar las resoluciones o motivaciones privadas.
“Quiero explicar cómo una familia, un pequeño grupo de seres humanos, se comporta en una sociedad, desarrollándose para engendrar diez o veinte individuos que parecen, a primera vista, profundamente distintos, pero que el análisis muestra íntimamente ligados los unos a los otros. La herencia tiene sus leyes, como la gravedad”.
 Se trata de un trabajo tan concienzudo que el autor, antes de escribir la primera de las veinte novelas que conforman esta serie, ya había hecho el árbol genealógico de esta familia que pretendía estudiar (los Rougon-Macquart, como se titula la serie), el que, por supuesto, cambió en algunos aspectos al terminar su trabajo
G. Soto A.

Cofundador y administrador de Loqueleímos.com. Autor de "Liquidar al adversario" (2019, Libros de Mentira).

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2 Comments

  1. me ha resultado interesan te, he visto dos versiones fílmicas de la novela, una Argentina, con actores muy malos, y un relato en off, absolutamente innecesario y la otra francesa con Jean Gabin. No queda del todo claro para mí, la enfermedad que lo lleva a matar repentinamente. pienso pueden buscarse otras razones. Al ver que su amante quiere que asesine, al verse instigado, mata a la que ocasiona su sufrimiento.

    1. says: G. Soto A.

      Toma en cuenta que esta novela forma parte de un esfuerzo mayor del autor, de una serie completa de veinte novelas que intentan enmarcarse dentro de un proyecto regido por la idea del naturalismo, en sus palabras: “Quiero explicar cómo una familia, un pequeño grupo de seres humanos, se comporta en una sociedad, desarrollándose para dar lugar al nacimiento a diez o a veinte individuos que parecen, a primera vista, profundamente diferentes, pero que el análisis muestra íntimamente ligados los unos a los otros”.
      Es decir, y aquí lo importante, es que Zola entiende que los genes, la herencia, te predetermina también tu conducta, tus elecciones futuras. Así, personajes que tienen antecedentes familiares de asesinatos (en la misma serie de libros), más adelante tendrán descendientes con la misma tendencia asesina. Lo que está haciendo Zola no solo es literatura, sino que también exponer una filosofía, un discurso desde donde interpretar al hombre y sus conductas que de pronto pueden desconcertarnos.
      Por ahí va la cosa, claro que tiene mucho por donde profundizarse.

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