La invención de Chile (Jorge Teillier y Armando Roa Vial)

Por: MJ Blanche y Luis SM

La invención de Chile (2011)

Fondo de Cultura Económica
ISBN: 9789562890960
Jorge Teillier (1935 – 1996) y Armando Roa Vial (1966 – X)
176 páginas
Precio referencial: $12.830
Tú que roes las hojas más fragantes del Atlas
Chile
Oruga de mariposa lunar
Tú cuya estructura total se esposa
Con la tierna cicatriz de la ruptura entre la luna y la tierra
Chile de las nieves
Como las sábanas que una hermosa mujer echa hacia atrás al levantarse.
 
Como en todo relato ficcional, parte de él está constituido por una cuota de realidad y otra no menor de invención. En el caso de la literatura podemos encontrar más de alguna vez a Chile como parte principal de algún relato, o también como un simple escenario por el cual transitan los personajes. De cualquier forma, la posibilidad de ver a nuestro país plasmado en un poema, cuento o novela es particularmente llamativa; “el chileno tiene una apetencia casi infantil por saber cómo se le ve”, explica el poeta lárico Jorge Teillier en el prólogo añadido en esta reedición corregida y aumentada de La invención de Chile, publicada por primera vez en 1994. Esta curiosidad por saber cómo somos vistos o descritos por el resto fue la que motivó hace 20 años al chileno a pensar en compilar fragmentos de autores que, mediante su pluma, construyen una imagen de nuestro país.
Lo interesante del proyecto de Teillier, quien fue acompañado por Armando Roa Vial, es que su objetivo se centró en la búsqueda de autores que, precisamente, nunca jamás pisaron suelo chileno; es decir, el país que se construye en los relatos surge gracias a la imaginación de quienes escriben. Así, por ejemplo, tenemos el poema dedicado que utilizamos como epígrafe para la presente reseña, escrito por André Breton e inspirado por las descripciones que su propia esposa, la triste y viñamarina Elisa Bindhoff, compartió con él, lo cual bastó para encantarlo.

Un Santiago que se imagina a orillas del mar, desde donde, realmente, se puede ver el mar si y solo si se recorren 100 km hacia el oeste; una Tierra del Fuego en el extremo austral, habitada por seres antropófagos; un Chile que destaca por su naturaleza indómita, por su paisaje variado, por ser el atractivo final… del fin del mundo. En fin, un Chile que es Santiago, que es el puerto de Valparaíso o que es pura Patagonia. La invención de Chile abarca desde el Arauco domado (Siglo XVII) de Lope de Vega, esa región de combate brutal y digno por parte de los mapuche, pasando por el Gaspar Ruiz del marinero Conrad, una historia de amor que ocurre en tiempos de la Independencia chilena, además de Edgar Allan Poe, James Joyce, Daniel Defoe, Thomas Mann, entre muchos otros, cuyas nacionalidades dan para pensar cómo se enteraron de todo esto llamado Chile, si acaso imaginaron y, por consecuencia, inventaron “correctamente” o no. ¿De oídas? ¿Los célebres piratas europeos que visitaron estas costas tenían datos escritos y visuales? ¿La literatura chilena les sirvió como materia prima para sus textos? Quizás cuáles fueron sus antecedentes. 

Solo a modo de ejemplo, compartimos una descripción de aquella Tierra del Fuego regentada a la llegada de los conquistadores por la etnia selk’nam. Un fragmento tomado de La estrella de la Araucanía, del escritor italiano Emilio Salgari, famoso por sus novelas de aventuras y —lo que no deja de ser una pista—, de piratas. Después de leerlo también cabe preguntarse de dónde provienen sus fuentes:
Hernando de Magallanes le puso ese nombre, no porque fuese una tierra de naturaleza volcánica, sino solamente porque divisó en sus costas numerosas fogatas encendidas por los salvajes, tal vez con la intención de atraer a las naves del gran navegante y hacerlas naufragar. Durante casi tres siglos los exploradores no se interesaron por conocerla. […]
Sea vieja o no, es una tierra de horrible aspecto, casi siempre bajo un cielo gris y neblinoso, pródigo en tremendos huracanes. Está cubierta de peñascos inmensos que desafían, desde hace siglos, el furor del oleaje; de ilimitados médanos sin hierba; de abismos espantosos, con gargantas profundas, dentro de las cuales ululan los vientos sin tregua; de torrentes vertiginosos y montañas cubiertas de nieve la mayor parte del año, en cuyas cimas estallan las tempestades.
Tierra del Fuego, febrero 2012
Además del paisaje de las tierras del fin del mundo, adquiere importancia dentro de los textos presentados por Teillier y Roa Vial la guerra de Arauco y el puerto de Valparaíso, de fama mundial. Tanto dicho acontecimiento histórico como aquel lugar serán, en un período en particular de nuestra historia, la cara visible del país. No es antojadizo entonces que Valparaíso sea el escenario principal en el cual se desarrolla el relato de Thomas Mann o que sea Lope de Vega quien dedica unos versos a ese Arauco domado, a esa tierra en conflicto a la que también se refirió Alonso de Ercilla.
El trabajo realizado por Jorge Teillier y Roa Vial tiene un inmenso valor que se ve reflejado en esta cuidadosa reedición que llega a manos de los lectores gracias al Fondo de Cultura Económica. Tanto su novedoso formato, como las bellas ilustraciones en su interior, sin duda harán de la lectura de este libro un viaje que dará vida a ese Chile construido solamente por esa capacidad que tanto ha otorgado a la literatura: la imaginación.
Lo que leímos

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