Desesperación (Vladimir Nabokov)

Отчаяние (1936)
Vladimir Nabokov (22-04- 1899//2-7-1977)
Anagrama
208 páginas
ISBN: 9788433931603
Precio Referencial: .Cl $7.000
 
La tarea de escoger el tipo de narrador pareciera ser algo que naturalmente emerge en las historias de un escritor cualquiera. Además podemos, en muchos casos, aventurar cómo habría sido tal o cual novela si el narrador hubiese sido abordado de otra manera; un narrador omnisciente, testigo, etc. La historia es la que, generalmente, determina qué es lo más adecuado. El autor, por otra parte, es quien pone su oficio para lograr o no contarnos el relato, la anécdota que plasma en tinta. ¿Sí?, ¿estamos de acuerdo? Pues Nabokov no lo estaría en absoluto. Probablemente me insultaría y no suavemente. Nabokov era un hombre que vivía para y desde la literatura. Tenía conceptos muy rígidos y elevados de ésta, habiéndose él mismo elevado a una altura a que muy pocos autores han llegado. En él se combinan, como pocas veces en la historia del arte, la genialidad del talento en conjunto con el estudio riguroso, académico, disciplinado hasta casi la brutalidad del arte por el que vivía.
Qué habría dicho Nabokov —para retomar la idea inicial—. Que todo lo planteado no es más que basura, que lo importante es la estructura de la narración, no la anécdota, lo relevante es el cómo se cuenta, no lo que se cuenta, que detrás de toda narración no tiene por qué existir una gran idea (eliminen la posibilidad de una “literatura de ideas” en su concepto). Un rotundo NO. La literatura no es muy distinta a un cuadro. No importa el motivo de éste. Lo relevante es el trazo. No es la campiña pintada, es el puño del artista donde se encuentra el arte. Nabokov no se encuentra, en Desesperación, con el narrador y personaje principal, al contrario, él concibe una obra que solo existe y funciona desde ese narrador que ha escogido previamente: un narrador en el cual no podemos confiar. El protagonista y narrador de la historia no es en absoluto fiable, y aquí ya marca el pulso el autor. Desde el primer momento él mismo nos advierte que es un mentiroso, y con ello absolutamente todo lo que leamos después de la historia, desde su punto de vista —el único que tenemos— debemos ser capaces de trasponerlo a esa luz. Luego el narrador y protagonista lo vemos como quién de verdad es, un falso, para nada fiable, narciso, deshonesto, etc. Y aquella es la única historia a la que accedemos.Bien, dirán ustedes, qué hay con eso. “Todo”, les respondo. Por cuanto Nabokov lo que busca y consigue es contarnos una historia que nosotros como lectores sabemos que no puede ser real, o cien por ciento real, que está trastocada por este narrador no fiable y nos obliga a formarnos mentalmente una segunda historia, un tanto más lógica, un tanto más doméstica, posible, en nuestra propia mente. Nabokov utiliza la tan trillada historia del doble (y aquí léase El Doble de Dostoievsky, La Nariz de Gogol, El hombre duplicado de Saramago, etc.) para contarnos una historia que, al contrario de las nombradas, no se centra en esta relación de ambivalencia y existencialismo a la que da tan buen pie el concepto, sino que por el contrario, hace el ejercicio literario, ni siquiera en las líneas de la novela, sino que en la mente del lector, de contar una historia que realmente no está contando, obligándonos a nosotros, ya advertidos, a formárnosla.
Nabokov, como es usual en él, ha usado la estructura, los recursos literarios, toda su capacidad y genio no para contarnos una anécdota, sino que para demostrar cómo —según su concepto— se debe hacer literatura. Y al final de la novela, lo que hace es que juega con el lector. Esto ya lo hemos visto antes en su literatura. En Lolita, por ejemplo, Nabokov usa un narrador en primera persona, justamente cuando su protagonista y narrador es probablemente el más grande y chocante de los demonios… y ¿qué provoca? Que nosotros como lectores empaticemos con aquel hombre aberrado, casi hasta el punto de quererlo, poniéndonos en pugna con nuestra propia moral.
Por último, ¿de qué va la historia? Y acá nuevamente Nabokov me insultaría por dedicarle tiempo a esta parte según él prácticamente irrelevante: es la narración en primera persona de un hombre que se encuentra con otro que supuestamente es su igual. Nuestro protagonista se encuentra tan aquejado por las deudas que idea el plan de matar a su doble y cobrarse así el seguro y vivir tranquilo en algún lugar alejado. Eso es todo. Pero, cuando caigan en las manos de Nabokov, la historia real que saldrá de esta novela será aquella que el autor los obligue a forjarse paralelamente en sus propias mentes.
G. Soto A.

Cofundador y administrador de Loqueleímos.com. Autor de "Liquidar al adversario" (2019, Libros de Mentira).

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2 Comments

  1. says: David

    De entrada, no es una novela para público novato. Su estructura resulta tediciosa, predecible por lo que ronda solo en tres personajes (Ardalión, Lydia, Herman-Félix) si quisiera compararle sería como una llama con uno que otro momento de hilaridad, ingenio de parte de “Herman” (personaje principal) mientras por otro lado es lánguida, tenue da la impresión de que está a punto de extinguirse por unas larguísimas descripciones de hechos que ya sucedieron. Nota: llevó en la página 100. En lo personal no la volvería leer.

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