Todas las rameras de Chile (César Valdebenito)

Cuando leemos Todas las rameras de Chile sentimos que cada párrafo fue escrito sin cesar empujándonos hacia el abismo (¡y cómo Valdebenito ama el abismo!). Aunque el tema “inquiete”, o quizá por eso mismo, el fogoso escritor hundió su afilado cuchillo –uno de los últimos prodigios de la lengua chilena- en la lengua bastarda del hombre corriente. Sin duda, el resultado es impresionante. César Valdebenito despliega toda su intuición y sensibilidad para desarrollar, en un corpus de 61 textos eróticos, las claves del sexo. Con una actitud rabiosamente moderna destripando el lugar común hasta demostrar su vacuidad, absurdo y estupidez (o las tres cosas juntas). Textos que confluyen entre el dialogo, el monólogo y el epigrama, pero siempre textos fundacionales de los encuentros sexuales esporádicos, donde el rigor sexual engendra toda parodia, donde la memoria del deseo es revisada una y otra vez para ser revertida, aquí el acto promiscuo adquiere una inusitada maestría y basta con eso para darse cuenta que se trata de una obra cuya complejidad rebasa cualquier adjetivo que designe el género. Un libro escrito a la velocidad del vértigo que cualquier lector puede llegar a disfrutarlo y luego sentir que algo lo lleva a la nitidez o al despeñadero. Una ficción que carga con toda la violencia y culpa encubierta de la concupiscencia, y el anhelo sexual reprimido, sin mencionar toda la neblina, alcohol y humo de cigarrillo que adquiriere la densidad o el rigor del mito.

Toda la frivolidad que hay en el libro fácilmente puede convertirlo en mapa secreto del corazón americano, cartografía de nuestra vida íntima o pública o secreta, carretera de países perdidos en la modernidad. De este modo, nada más relevante que este libro este en cualquier casa, al modo de un fantástico peligro latente o una caja de Pandora para ser revisitada o un vidrio quebrado en la playa.

Estructurado como una suma de relatos en primera persona las historias adquieren una dimensión cercana y palpable sin replegarse en los tabúes, más bien nos invita a involucrarnos de los actos de los personajes, en las prácticas cóitales que son relatadas con deslumbrante franqueza como si el narrador fuera consciente de que esas prácticas son una corteza fina y precaria construida por el instinto, la personalidad y la voluntad y mantenida por las normas y convenciones hábilmente establecidas y astutamente conservadas. Por lo tanto, en cada rincón de estas páginas encontramos la belleza oculta bajo las frágiles y luctuosas capas de la sensualidad.